domingo, 17 de octubre de 2010

La Porrista

Mariana llegaba de un arduo dia de ensayos y porras, totalmente agotada y con ganas de dormir. Entró a su casa, y casi sonámbula caminó hasta la nevera, tomó algo de jugo y se dirigió a su habitación, donde apenas alcanzó a quitarse su chaqueta y sus zapatos para luego caer rendida sobre su cama. Tuvo un sueño muy pesado en el que caminaba por un callejón mientras un hombre la seguía, ella caminaba más rápido, casi corría, pero el hombre seguía acercándose con un lento caminar, y justo cuando lo sintió detrás suyo y quizo pedir ayuda, su grito quedó ahogado por una mano que se impuso sobre sus labios.


Mariana era una mujer muy hermosa, tenía un cabello oscuro y largo que contrastaba muy bien con su rostro. Tenía un cuerpo envidiable, una cintura delgada con un prominente busto y largas piernas que le habían permitido posar para varias revistas y catálogos de ropa. Sin embargo su pasión eran las barras de fútbol, donde era la más enérgica y bella de las porristas.

Mariana se Despertó sobresaltada! bastante nerviosa, solo había sido un sueño, así que se acomodó nuevamente y volvió a dormirse. Mientras tanto, la puerta de su apartamentento era burlada con varios elementos de cerrajería, muy silenciosamente una sombra entró en el lugar, y comenzó a inspeccionar la sala de estar. El hombre se percató de las fotos que adornaban las mesitas y los diferentes lujos que tenía, caminó sigilosamente y notó que no había nadie a la vista, miró en las dos habitaciones, una estaba vacía y en la otra encontró ese regalo del cielo.

Encontró a la mujer de sus sueños usando un corto vestido de porrista, una blusa roja atada a lacintura que descubría un hermoso ombligo, una minifalda que dejaba muy poco a la imaginación, bajo la cual se asomaba un prominete trasero que de inmediato encendió sus malos pensamientos.

Pensó que antes de tomar algunos objetos debería inmovilizar a la solitaria dama, así que se acercó tratando de contener el aliento ante tal hermosura, caminó hacia la cama, sacó una riata de su maleta de ladrón y la colocó junto al dulce cuerpo de Mariana, quien dormía plácidamente boca abajo, con un sueño tan profundo que no pudo percatarse de que sus brazos eran halados atrás suyo y sus manos puestas juntas en su espalda. El hombre también tomó uno de los panties de Mariana y lo enrrolló haciendo una bola.

La cuerda dió cinco vueltas a las muñecas cruzadas de Mariana, y luego dos vueltas más transversalmente apretando las ataduras. Mariana empezó a incomodarse y despertó, sin entender que estaba pasando, ni porqué no podía usar sus manos, cuando sintió que alguien saltó sobre ella sentandose en su espalda y antes de que pudiera pedir ayuda un trapo redondo ahogó sus gritos dejando un suave mphhhh, mphhhhh, MMMMMPPPHHHHHH. Luego vió como una pañoleta era colocada entre sus dientes y atada a su nuca, tensando sus mejillas hacia atrás, manteniendo el trapo en su lugar y reduciendo cualquier sonido a dulces mphh.

El hombre se dió la vuelta sentandose sobre las firmes nalgas de Mariana y agarró sus muslos con fuerza, juntó sus tobillos y con otra cuerda comenzó a atarlos juntos. Luego acarició suavemente sus piernas y se puso de pié junto a ella, que lo miraba con ira, mientras se sacudía tratando de soltarse, Mariana dió vueltas sobre sí y trató de incorporarse, pero las ataduras eran firmes y solamente sentía que se apretaban cada vez más.

"Es inútil que te resistas, mejor relájate y déjame hacer mi trabajo" dijo el hombre, mientras acariciaba los pechos de Mariana ante su pobre resistencia y sus exitantes mppphhh. "Veo que te empieza a gustar..." dijo el hombre mientras observaba como los pezones de Mariana traicioneramente se ponían firmes y puntudos. Luego le dió la vuelta quedando su estómago contra la cama y tomandola por las piernas la haló y la levantó hasta colocarla en su hombro, a lo que ella intentaba sacudirse y patearlo, pero no pudo y a cambio recibió dos fuertes nalgadas.

El hombre la llevó a la sala y la tiró sobre el sofá, y dándole una larga mirada como complacido por su trabajo, dió la vuelta y fué a revisar que objetos de valor debería tomar.

Mariana movía sus manos hacia arriba y abajo, y también sus piernas, pero las cuerdas no parecían ceder, tampoco alcanzaba a tocar algún nudo para soltar, así que bajó las piernas del sofá y se puso de pié con el mayor sigilo, para comenzar a dar pequeños brincos hacia la puerta. "Voy a abrirla y alguien "alguien me verá afuera" pensó Mariana, dió unos cuantos saltitos y al llegar a la puerta se dió la vuelta para usar sus manos en la chapa, se estaba retorciendo contra la puerta tratando de girar la perilla cuando llegó el hombre, la tomó por la cintura de nuevo y la hizo caer al suelo.

"Pero que inquieta eres, tendré que asegurarme de que no te vayas antes que yo", y tomando otro trozo de cuerda de sus bolsillos ató de nuevo sus muñecas dando vueltas por todo su abdomen. "Esto lo ví en una película..." dijo, al tiempo que anudaba uno de los pedazos de cuerda frente al ombligo de Mariana, y deslizaba la cueda hacia abajo, entre sus piernas y hacia arriba entre sus glúteos, templando muy fuerte y anudando de nuevo en sus muñecas. "Cada vez que hales intentando soltarte solo te excitarás más" le dijo con malicia, y Mariana pudo comprobarlo casi de inmediato al sentir como la cuerda acariciaba atrevidamente su sexo por encima de sus panties.

El ladrón tomó otro pedazo y ató sus piernas arriba de las rodillas, sin olvidar un par de vueltas en el medio para apretar, y ató otro pedazo en sus tobillos y los haló hacia arriba juntandolos contra sus muñecas sin mucho esfuerzo a pesar de la desesperada resistencia de Mariana.

Un par de lágrimas salían de sus ojos y unos desesperados mppphhh, mmmmpppppphhhhhh era lo único que se escuchaba, el ladrón le dijo: "No voy a lastimarte, solo quédate quieta y me iré en unos minutos", y antes de regresar a sus labores sacó el celular y le tomó un par de fotos "Para el recuerdo".

Mariana trataba de estirar las piernas pero estaban fuertemente atadas contra sus muñecas, y cuando halaba las muñecas la frenaba la cuerda entre sus piernas extrayendole un dulce mmmppphhhh. Mariana respiraba muy fuerte y sudaba, entonces se dió cuenta de que ya no sentía tanto miedo como antes y que por el contrario, empezaba a atraerle esa sensación de indefensión, y halando sus muñecas continuó excitandose y haciendo gemidos de placer como hacía mucho tiempo no lo sentía. Su desempeño como porrista le daba el lujo de tener muchos pretendientes pero no recordaba haberse sentido tan exitada con los últimos chicos que había salido.

Mariana continuó halando una y otra vez retorciendose de placer, cerró sus ojos para olvidar la vista de la alfombra y dedicarse a sentir erizar cada centímetro de su piel, luego se imaginó cómo se vería amarrada de esa forma y soltó una pequeña risita, y continuó estimulandose con gemidos cada vez más intensos y constantes, sentía calor en su cuerpo, su abdomen sudaba y ahora estaba de lado apoyandose en su hombro derecho, apunto de lograr uno de sus mejores orgasmos, olvidando que era un extraño quien robaba su casa y la había puesto en esa situación, y creyendo que esta era de las mejores sensaciones de su vida, estalló en un fuerte mooooaaaahhhhhhhh de placer y lujuria.

Cuando abrió los ojos se dió cuenta de que el hombre había estado parado mirándo la forma en que se auto satisfacía, Mariana se sonrojó. El solo la miraba con cara de complacencia, "Bueno, ya me iva, pero no pude evitar mirar tu momento a solas", Mariana estaba muy apenada, no sabía por que pero sentia algún tipo de vínculo con ese hombre desconocido, a pesar de que había entrado por sorpresa y la había atado y amordazado dejandola completamente indefensa, de alguna forma sentía algún tipo de lazo por el placer que le había ayudado a descubrir.

El hombre haló la cuerda volteandola sobre su estómago y comenzó a desatar la cuerda que unía sus tobillos con sus muñecas, Mariana se sintió agradecida cuando pudo estirar sus piernas, aunque sin entender porque sentía que quería seguir atada más tiempo. Mientras el hombre soltaba las ataduras de sus rodillas ella lo miraba fijamente, le gustaba la delicadeza con que tocaba su piel, la precaución que tenía para no quemarla con el movimiento de las cuerdas, y hasta tuvo el deseo de pedirle que la abrazara muy fuerte. Cuando tuvo sus tobillos libres y pudo ponerse de pie, aun con las manos atrás y la mordaza en su lugar, lo seguía mirando triste como si se hubiera acabado la diversión.

El hombre tomó su rostro entre sus manos y la miró fijamente a los ojos, como si fuera a besarla, Mariana lo miró por unos segundos, confundida, nerviosa, atraida? no!, la estaban robando, ese hombre la había maniatado y manoseado, la había humillado, era un canalla!; pero, por que no sentía rabia? por que no había vuelto a intentar realmente escapar? podría haberse arrastrado a la cocina y tomar algún utensilio, o tumbar algunas cosas para hacer mucho ruido, por que no podía dejar de mirarlo?

Mariana ocultó la vista rápidamente, a lo que el hombre le dijo "No sientas pena, si algo te gusta, te excita, y no hace mal a nadie, por que evitarlo?, me hubiera gustado conocerte en otras circunstancias, ser amigos especiales y venir cada tarde a jugar contigo un rato, atarte de todas las formas y posiciones que se me ocurrieran, amarrarte con todas las cosas que pudiera conseguir en tu casa, usar tus medias veladas, tus pañoletas, tus cuerdas, y atarte en la mesa, en la ducha, en la cama, en la cocina, y dedicar horas a verte gemir de placer mientras intentabas soltarte para luego cambiarte las ataduras y volver a empezar. Ahora debo irme, me alegra que después de todo hoy hice una buena acción."

El hombre la tomó por los hombros y la llevó hacia la sala, haló una silla y la hizo sentar mirando hacia el espaldar, Mariana lo miraba nerviosamente mientras el hombre soltaba sus manos cruzadas, y suavemente las colocaba ahora palma con palma, atando sus muñecas con varias vueltas, sus codos juntos, y un par de cuerdas rodeando sus hombros halandolos hacia atrás, lo que hacía resaltar aún más su hermoso busto. El hombre le comenzó a quitar el pañuelo de la boca con mucha dulzura, luego escupió el trapo para darse cuenta que eran sus propios panties los que la habían mantenido callada, Mariana pudo tomar aire y aliviada dijo "Gracias", de inmediato una bola roja fué introducida en su boca y dos correas rodearon sus mejillas para ser conectadas atrás, era una extraña mordaza que alguna vez había visto en un Sex Shop, y ahora esa bola de caucho mantenía su boca abierta pero impedía algún sonido diferente a los mismos mppphhh mmmmppphhh de antes.

El hombre ahora tomó su tobillo descalso y lo haló hacia atrás, quedando su ombligo pegado al espaldar de la silla y los pies fueron atados a las patas delanteras de la silla, luego sus pantorrillas fueron atadas a las patas traseras, dejando sus piernas completamente separadas y abiertas, el hombre sonrió al ver fácilmente bajo su minifalda de porrista unos panties ahora bastante húmedos por tanta excitación. "Es la tarde más divertida que he tenido en mucho tiempo, en verdad te lo agradezco Mariana" Como sabría su nombre? ahora le estaba tomando fotos desde varios ángulos, ante lo cual no pudo evitar ruborizarse de nuevo. El hombre acarició su rostro, la miraba como nadie la había mirado antes, que caudal se sensaciones pasaban por su espalda, sentía mariposas revolotear en su estómago, ni se había dado cuenta que su saliva ahora salía de la bola como gotas que caían sobre sus pechos. Se acercó, y la besó, con un beso tan suave, tibio y dulce, que la hizo estremecer. Salió del apartamento llevando un bulto con quien sabe que cosas y cerrando la puerta con mucha sutileza, despidiendose con la mirada, pero no importaba, ahora Mariana quería quedarse en esa silla otro rato, más tarde buscaría la forma de pedir ayuda, o tal vez, nunca lo hiciera...

Aportación de David Mendoza